domingo, 6 de mayo de 2012

GLOBALISMO Y GLOBALIZACION EN LAS AULAS


 GLOBALISMO, GLOBALIZACIÓN, POSTMODERNIDAD EN EL AULA

La globalización y la educación.

La globalización está en todos lados, por eso influye en el aula y en las relaciones docente-estudiante, docente-estructura escolar, etc.; y esta influencia ha vuelto particularmente difícil la acción educativa.
Creo que hay dos choques que se dan simultáneamente en la sociedad actual y se reflejan en la forma de pensar de los docentes y en su relación con los estudiantes y padres. El primer conflicto, exagerando un poco, es entre quienes aún piensan con los valores, usos y costumbres de la sociedad moderna, que impuso una cultura basada en la disciplina rígida al estilo Pizzurno -pedagogo de orientación taylorista- que medía, por ejemplo, la distancia que debía haber entre los brazos cruzados del estudiante y el borde de su pupitre con el fin de lograr una postura apropiada, a esta rigidez la acompañaba la presunción de que el docente era el portador de “la única cultura”, europea por cierto, que debía ser volcada en las mentes vírgenes y “sin –luces” de los estudiantes. La centralidad y autoridad del docente era incuestionable; era el portavoz de un sistema de dominación discriminatorio, ya que lo que estaba por fuera de éste proyecto era barbarie, primitivismo. Los antropólogos de la época avalaban esto con sus teorías, ya que ellos desde Europa viajaban a estudiar comunidades lejanas “primitivas y bárbaras” Esto fundamentaba científicamente la existencia de una única cultura válida.
Estos docentes suelen afrontar la problemática existente mediante la queja, generalmente dirigida a los estudiantes o a las autoridades (lo cual no quiere decir que sean sectores exentos de responsabilidades) y generalmente se defienden de la nueva situación -que los afecta profundamente- mediante el descompromiso. Al no contar con elementos para analizar el mundo de hoy suelen transferir la culpa a terceros, el monólogo pretende seguir siendo su herramienta pedagógica fundamental –que además es un instrumento de dominación- y en general continúan subidos al taburete del monopolio del saber.
Este es el primer choque que veo: el de los docentes que llevan adelante su tarea con métodos pedagógicos y una cosmovisión propia de los comienzos de la modernidad con estudiantes que viven una realidad completamente distinta.

Hay una discrepancia también entre todos aquellos que perciben que la sociedad se ha globalizado. Aquí podemos observar dos polos nuevamente: el de los que se enrolan en la ideología del globalismo, que busca homogeneizar la cultura y monopolizar los medios de comunicación. Éstos, concientes o acríticos, defienden la concentración del capital que está provocando un aumento la desocupación a niveles nunca vistos, aumentando la pobreza y acrecentando la brecha entre clases sociales. Esto aumenta los niveles de conflictividad en la sociedad y, desde luego, en el aula.
A este conjunto de personas y docentes en particular podemos denominarlos como globalistas. Tal vez no expresen esta ideología de manera explícita, pero sí en sus acciones, cuando discriminan a algunos sectores sociales, cuando el docente que trabaja en el Estado desvaloriza la educación del sector siendo él parte del mismo, cuando se critican los subsidios hacia los sectores populares pero se ignoran los subsidios otorgados a bancos internacionales o a las escuelas privadas. Se está poniendo el énfasis ideológico en una centralidad dominante y excluyente; esto es a lo que llamamos globalismo.
En el otro polo se encuentran los docentes que piensan que los medios de comunicación deben ser utilizados para dar paso a la aceptación de la multiculturalidad y la multisubjetividad, que aceptan la pluralidad de ideas. Están involucrados en los nuevos problemas y tratan de pensar cómo se pueden ir resolviendo. Son los que buscan otra mirada de la institución escolar –proceso que no es sencillo, puesto que no está en los manuales pedagógicos ni en la voz de ningún experto. Tienden a poner el problema por fuera de las personas consideradas individualmente y a rastrearlo en los cambios sociales del último siglo. No se ubican como espectadores externos, están comprometidos con la nueva realidad, con el nuevo adolescente, al que observan como un emergente social. A esta corriente la podemos denominar globalizante.
Hay otro sector de la población mundial, muy cercano a los globalizantes, denominado globalofóbicos, literalmente significa fobia por lo global, es un amplio conjunto de movimientos sociales formado por activistas provenientes de distintas corrientes políticas que a finales del siglo XX convergieron en la crítica social al denominado pensamiento único neoliberal y a la globalización capitalista. Acusan a este proceso de beneficiar a las grandes multinacionales y países más ricos, acentuando la precarización del trabajo y consolidando un modelo de desarrollo económico injusto e insostenible; acusan a la expansión del capitalismo de socavar la capacidad democrática de los Estados, entre otros aspectos negativos.  También se los suele denominar altermundistas, que viene precisamente del lema "Otro mundo es posible", nacido en el Foro Social Mundial, que reúne a centenares de movimientos sociales de la política internacional.


La nueva escuela para un futuro indeterminado.

Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas. 
La nueva escuela para un futuro indeterminado.
Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas. 
Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas. 


Los movimientos feministas y la pastilla anticonceptiva posibilitaron a las mujeres la libertad de encontrarse con el placer y la planificación familiar, libertad que la modernidad les había negado: las había sometido al dominio masculino –que aún hoy perdura. Esto tiene como consecuencia un replanteo, aún no resuelto, en la relación mujer–hombre–familia, como así también la aparición de nuevos tipos de familia. No obstante la escuela y muchos docentes continúan manejándose con la idea de la familia tradicional.

Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna. 

Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica. Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los programas.

Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o viable es la cultura dominante.

Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.

La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Los movimientos feministas y la pastilla anticonceptiva posibilitaron a las mujeres la libertad de encontrarse con el placer y la planificación familiar, libertad que la modernidad les había negado: las había sometido al dominio masculino –que aún hoy perdura. Esto tiene como consecuencia un replanteo, aún no resuelto, en la relación mujer–hombre–familia, como así también la aparición de nuevos tipos de familia. No obstante la escuela y muchos docentes continúan manejándose con la idea de la familia tradicional.
Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna. 

Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica. Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los programas.

Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o viable es la cultura dominante.

Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.

La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna. 
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica. Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los programas.

Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o viable es la cultura dominante.

Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.

La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica. Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los programas.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o viable es la cultura dominante.

Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.

La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.

La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 

La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año tras año. 
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.

Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente? ¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.

Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores; preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta. Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 

Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma. 
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.

En resumen, el primer antagonismo que observamos en el aula es entre ideologías de la modernidad y la globalización en general y el segundo antagonismo es entre el globalismo y la corriente globalizante.
En este libro nos proponemos identificar y analizar las características de cada tendencia y cómo inciden estas formas del pensamiento-acción en la escuela.

La presencia del globalismo y la globalización dentro del aula
Este uno de los puntos más importantes para discutir. Observo estas dos variables como las dos fuerzas de la contradicción actual en la sociedad. Por lo tanto, si existen en la sociedad han penetrado en el aula también y todos estamos involucrados. Aceptemos o no aceptemos los hechos, nadie puede colocarse al margen de esta contradicción.
El globalismo se hace presente en el aula cuando no somos solidarios, pensamos que lo económico es lo único importante, somos individualistas, somos incapaces de conmovernos o ponernos en el lugar del otro y actuamos sin tener en cuenta las diferencias, personales, culturales, los tiempos de cada uno. Somos propensos a criticar y a descalificar al otro, con frases como “no quieren estudiar”, “son unos ignorantes”, etc. Aceptamos como normal los accesos diferenciales a las escuelas y que las escuelas, lejos de ser el lugar de los intercambios culturales, son los nuevos guetos que discriminan por poder adquisitivo, etnias, etc.
La globalización es una concepción que acepta la multiculturalidad y la multisubjetividad; esto es aceptar las distintas formas de cultura, de estéticas y las distintas formas de procesar subjetivamente y colectivamente la realidad que puedan darse dentro del aula. Estas son disposiciones personales nuevas y distintas a la de la sociedad moderna que consideraba una única forma de normalidad. Hay que aceptar que los estudiantes son portadores de distintos conocimientos y tal ves no les interesen los conocimientos que debemos impartir, de ahí la necesidad de ser creativos. Desde esta perspectiva es necesario que el docente esté comprometido socialmente, que no le sean ajenas las problemáticas diversas que pueden aquejar a los estudiantes.
Vamos a encontrar entonces en la nueva escuela estudiantes y docentes globalistas o globalizados
Deberán pasar años para que esto decante y se estabilice un nuevo paradigma y así podamos sentirnos “cómodos” en una nueva realidad con nuevas reglas. Así como Pizzurno las redacto en el año 1930 y  la sociedad entera las aceptó como las mejores para la época, ahora debemos dialogar y discutir, para establecer las pautas para la escuela del 2050.

Esto es algo que todos sabemos, pero que las comunidades educativas aún no se atreven sacar a la luz: la escuela actual ya ha cumplido su ciclo acompañada de la mano de la etapa denominada Modernidad. Tanto el modelo de la modernidad como la escuela que fue creada para cubrir las necesidades de ese modelo han llegado a su fin. Aparentemente las burocracias educativas, respetuosas de los valores tradicionales, evitan poner en discusión abierta esta difícil realidad y ensayar alternativas, por ejemplo con experiencias piloto en escuelas determinadas. Este silencio institucional respecto de las problemáticas actuales contribuye aún más a la desmoralización y al descompromiso del docente.

¿Qué es “posmoderno”?
La respuesta a ese interrogante debe buscarse en un libro que se ocupe del mismo, no en éste. Además habrá, posiblemente, tantas respuestas como libros se hayan escrito respecto de la cuestión; en cualquier caso recomendamos la compilación de Nicolás Casullo El debate modernidad posmodernidad.
Así y todo podemos decir que el término posmoderno se presta a confusión y a veces designa justamente aquello a lo que nos oponemos: el descompromiso, la falta de proyectos, el consumismo sin sentido, la falta de valores, etc. Para nuestros propósitos posmodernidad y crisis de la modernidad pueden tomarse como sinónimos.
Tal vez la pastilla anticonceptiva, los hippies, los movimientos feministas, la recuperación de las culturas ancestrales de América, los movimientos guerrilleros y la dinámica cultural que se fue desarrollando en la sociedad y en cada familia, fueron las primeras expresiones que anunciaban que el paradigma de la modernidad se había agotado.

Modernidad y posmodernidad.
La modernidad es el proceso que comienza una vez producida la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. La primera termina con la creencia social que había sido Dios el que eligió a los monarcas para que dirigieran los destinos de los demás e impone la idea del sujeto y la razón. La Revolución Industrial termina con el modo de producción artesanal  y comienza la producción a escala industrial, facilitando la acumulación de capital industrial y generando dos clases sociales, en términos de Carlos Marx, los burgueses o propietarios de los medios de producción y los proletarios que eran quienes vendían su fuerza de trabajo en las industrias
Zygmunt Bauman expresa, citando a Max Weber, que la modernidad comenzó con la separación entre el hogar y la empresa, ya que la producción artesanal se realizaba en los hogares. Nosotros podemos agregar que la postmodernidad es, entre otras cosas, la separación del hogar  de la educación, la cual pasó a un ámbito propio, la escuela, y se le exige a la escuela que cumpla funciones que en la sociedad moderna eran funciones de los padres.

Un chiste que se difundió por Facebook creo que grafica bastante el cambio de la sociedad moderna a la actual. Estaban dibujadas dos manifestaciones, una de padres con un cartel que dice “Queremos más horas de clases en la escuela” y la otra manifestación de los niños con un cartel que dice “Queremos más horas de padres en nuestras casas”
Otro rasgo a tener en cuenta es que con la modernidad se  impuso la uniformidad, la normalidad, y el reconocimiento de una sola cultura .En esta etapa de desmoronamiento de la modernidad es cuando aparecen en el aula  manifestaciones pluriculturales, diversidad de opiniones, lo cual puede generar cierto caos para el docente.
Pero si el docente pretende imponer a viva voz y a los gritos “su verdad”, estará lejos de lograr un éxito pedagógico y más cerca de lograr una somatización.
Otro rasgo de la modernidad es la sustitución de la fe por una única razón y un solo y único orden moral. Desde el punto de vista de la modernidad hoy nos encontraríamos que en el aula se reflejan razones y morales múltiples. Serían casos de inmoralidad, según el paradigma anterior, el embarazo adolescente, las parejas entre iguales, las formas de vestir, etc.
Estamos transitando un período de incorporación de subjetividades múltiples y de indeterminación.
La otra contradicción de los modernistas es no entender que la historia, si la consideramos una ciencia, está sujeta a una revisión constante, la búsqueda de nuevos elementos de juicio y nuevas pruebas. Este es el motor fascinante de la ciencia,  “la verdad en ciencias es transitoria”, una teoría se contrasta con lo que nos parece que es la realidad.  La verdad inmutable pertenece al dogma  y la modernidad generó una ciencia dogmática.

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