GLOBALISMO, GLOBALIZACIÓN, POSTMODERNIDAD EN EL AULA
La globalización y
la educación.
La globalización está en todos lados, por eso influye en el
aula y en las relaciones docente-estudiante, docente-estructura escolar, etc.;
y esta influencia ha vuelto particularmente difícil la acción educativa.
Creo que hay dos choques que se dan simultáneamente en la
sociedad actual y se reflejan en la forma de pensar de los docentes y en su
relación con los estudiantes y padres. El primer conflicto, exagerando un poco,
es entre quienes aún piensan con los valores, usos y costumbres de la sociedad
moderna, que impuso una cultura basada en la disciplina rígida al estilo
Pizzurno -pedagogo de orientación taylorista- que medía, por ejemplo, la
distancia que debía haber entre los brazos cruzados del estudiante y el borde de
su pupitre con el fin de lograr una postura apropiada, a esta rigidez la
acompañaba la presunción de que el docente era el portador de “la única
cultura”, europea por cierto, que debía ser volcada en las mentes vírgenes y
“sin –luces” de los estudiantes. La centralidad y autoridad del docente era
incuestionable; era el portavoz de un sistema de dominación discriminatorio, ya
que lo que estaba por fuera de éste proyecto era barbarie, primitivismo. Los
antropólogos de la época avalaban esto con sus teorías, ya que ellos desde
Europa viajaban a estudiar comunidades lejanas “primitivas y bárbaras” Esto
fundamentaba científicamente la existencia de una única cultura válida.
Estos docentes suelen afrontar la problemática existente
mediante la queja, generalmente dirigida a los estudiantes o a las autoridades
(lo cual no quiere decir que sean sectores exentos de responsabilidades) y
generalmente se defienden de la nueva situación -que los afecta profundamente-
mediante el descompromiso. Al no contar con elementos para analizar el mundo de
hoy suelen transferir la culpa a terceros, el monólogo pretende seguir siendo
su herramienta pedagógica fundamental –que además es un instrumento de
dominación- y en general continúan subidos al taburete del monopolio del saber.
Este es el primer choque que veo: el de los docentes que
llevan adelante su tarea con métodos pedagógicos y una cosmovisión propia de
los comienzos de la modernidad con estudiantes que viven una realidad
completamente distinta.
Hay una discrepancia también entre todos aquellos que
perciben que la sociedad se ha globalizado. Aquí podemos observar dos polos
nuevamente: el de los que se enrolan en la ideología del globalismo, que busca
homogeneizar la cultura y monopolizar los medios de comunicación. Éstos, concientes
o acríticos, defienden la concentración del capital que está provocando un
aumento la desocupación a niveles nunca vistos, aumentando la pobreza y
acrecentando la brecha entre clases sociales. Esto aumenta los niveles de
conflictividad en la sociedad y, desde luego, en el aula.
A este conjunto de personas y docentes en particular podemos
denominarlos como globalistas. Tal vez no expresen esta ideología de manera
explícita, pero sí en sus acciones, cuando discriminan a algunos sectores
sociales, cuando el docente que trabaja en el Estado desvaloriza la educación
del sector siendo él parte del mismo, cuando se critican los subsidios hacia
los sectores populares pero se ignoran los subsidios otorgados a bancos
internacionales o a las escuelas privadas. Se está poniendo el énfasis
ideológico en una centralidad dominante y excluyente; esto es a lo que llamamos
globalismo.
En el otro polo se encuentran los docentes que piensan que
los medios de comunicación deben ser utilizados para dar paso a la aceptación
de la multiculturalidad y la multisubjetividad, que aceptan la pluralidad de
ideas. Están involucrados en los nuevos problemas y tratan de pensar cómo se
pueden ir resolviendo. Son los que buscan otra mirada de la institución escolar
–proceso que no es sencillo, puesto que no está en los manuales pedagógicos ni
en la voz de ningún experto. Tienden a poner el problema por fuera de las
personas consideradas individualmente y a rastrearlo en los cambios sociales
del último siglo. No se ubican como espectadores externos, están comprometidos
con la nueva realidad, con el nuevo adolescente, al que observan como un
emergente social. A esta corriente la podemos denominar globalizante.
Hay otro sector de la población mundial, muy cercano a los globalizantes,
denominado globalofóbicos, literalmente significa fobia por lo global, es un
amplio conjunto de movimientos sociales formado por activistas provenientes de
distintas corrientes políticas que a finales del siglo XX convergieron en la
crítica social al denominado pensamiento único neoliberal y a la globalización
capitalista. Acusan a este proceso de beneficiar a las grandes multinacionales
y países más ricos, acentuando la precarización del trabajo y consolidando un
modelo de desarrollo económico injusto e insostenible; acusan a la expansión
del capitalismo de socavar la capacidad democrática de los Estados, entre otros
aspectos negativos.
También se los suele denominar altermundistas, que viene precisamente del lema
"Otro mundo es posible", nacido en el Foro Social Mundial, que reúne
a centenares de movimientos sociales de la política internacional.
La nueva escuela para un futuro
indeterminado.
Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De
hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de
la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de
acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante
modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas.
La nueva escuela para un futuro
indeterminado.
Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De
hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de
la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de
acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante
modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas.
Tenemos que pensar la nueva escuela para un futuro que no está determinado. De
hecho estamos en un período difícil de determinar, los valores, el sentido de
la vida, la familia, la estética, el trabajo, las instituciones, las formas de
acumulación del capital, las formas de dominación, etc. están en constante
modificación, crisis, y discusión desde hace algunas décadas.
Los movimientos feministas y la pastilla anticonceptiva posibilitaron a las
mujeres la libertad de encontrarse con el placer y la planificación familiar,
libertad que la modernidad les había negado: las había sometido al dominio
masculino –que aún hoy perdura. Esto tiene como consecuencia un replanteo, aún
no resuelto, en la relación mujer–hombre–familia, como así también la aparición
de nuevos tipos de familia. No obstante la escuela y muchos docentes continúan
manejándose con la idea de la familia tradicional.
Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el
divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son
mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna.
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la
experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la
inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de
enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de
género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica.
Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los
programas.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos
de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de
multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o
viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o
viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Los movimientos feministas y la pastilla anticonceptiva posibilitaron a las
mujeres la libertad de encontrarse con el placer y la planificación familiar,
libertad que la modernidad les había negado: las había sometido al dominio
masculino –que aún hoy perdura. Esto tiene como consecuencia un replanteo, aún
no resuelto, en la relación mujer–hombre–familia, como así también la aparición
de nuevos tipos de familia. No obstante la escuela y muchos docentes continúan
manejándose con la idea de la familia tradicional.
Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el
divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son
mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna.
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la
experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la
inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de
enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de
género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica.
Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los
programas.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos
de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de
multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o
viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o
viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Los movimientos por la identidad de género, el matrimonio igualitario, el
divorcio vincular, dieron origen a múltiples modelos familiares que sumados son
mayoría frente al denominado matrimonio nuclear de la sociedad moderna.
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la
experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la
inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de
enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de
género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica.
Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los
programas.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos
de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de
multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o
viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o
viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Esta es otra evidencia del defasaje que, como docentes, tenemos respecto de la
experiencia cotidiana de nuestros estudiantes. Por ejemplo se evita la
inclusión de programas de educación sexual social, que incluya la prevención de
enfermedades, el uso de métodos anticonceptivos, defensas ante la violencia de
género, etc. En su remplazo se ofrece información sobre reproducción biológica.
Se trata de realizar un cambio cultural en el aula, no solo de cambiar los
programas.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos
de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de
multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o
viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o
viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Debemos sumar, además, la irrupción en el escenario social de los movimientos
de las culturas ancestrales de América, que están dando paso al concepto de
multiculturalidad, este hecho es incompatible con los docentes (jóvenes o
viejos) que continúan con la antigua idea de que la única cultura legítima o
viable es la cultura dominante.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Estos cambios han producido hermosos florecimientos, como también la
profundización de la discriminación, la incomprensión del otro y dificultades
de adaptación a una realidad en constante cambio.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
La sociedad que le tocó vivir a las generaciones precedentes era totalmente
distinta de la de estudiantes actuales, cuyas pautas se van modificando año
tras año.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
La ética posmoderna puso en crisis el antiguo concepto de autoridad. ¿Cómo nos
debemos manejar en un aula donde los estudiantes ya no escuchan al docente?
¿Cómo y qué debemos modificar? Bien, estos son algunos de los interrogantes que
ponemos a consideración y análisis de la comunidad.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Por último cabe agregar que las sociedades tienen períodos de estabilidad de
valores (que denominamos paradigma) y períodos de quebranto de esos valores;
preguntarnos cómo será el nuevo paradigma también resulta una pregunta abierta.
Suponemos a la crisis sucederá un período de estabilidad, pero no sabemos
exactamente cuáles serán sus características.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Esta incertidumbre, esta indeterminación, se prolongará hasta que las
sociedades acuerden un conjunto de nuevos valores y métodos, entonces
recomenzaríamos nuestra existencia dentro del nuevo paradigma.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
Sabemos que las cosas cambian y que nos dirigimos a hacia un futuro
desconocido, lo cual provoca incertidumbre y miedos en la sociedad, sabemos que
la escuela actual no es funcional a los cambios que vivimos y debemos pensar la
nueva escuela para ese futuro social que no conocemos del todo.
En resumen, el primer antagonismo que observamos en el aula
es entre ideologías de la modernidad y la globalización en general y el segundo
antagonismo es entre el globalismo y la corriente globalizante.
En este libro nos proponemos identificar y analizar las
características de cada tendencia y cómo inciden estas formas del
pensamiento-acción en la escuela.
La presencia del
globalismo y la globalización dentro del aula
Este uno de los puntos más importantes para discutir.
Observo estas dos variables como las dos fuerzas de la contradicción actual en
la sociedad. Por lo tanto, si existen en la sociedad han penetrado en el aula
también y todos estamos involucrados. Aceptemos o no aceptemos los hechos,
nadie puede colocarse al margen de esta contradicción.
El globalismo se hace presente en el aula cuando no somos
solidarios, pensamos que lo económico es lo único importante, somos
individualistas, somos incapaces de conmovernos o ponernos en el lugar del otro
y actuamos sin tener en cuenta las diferencias, personales, culturales, los
tiempos de cada uno. Somos propensos a criticar y a descalificar al otro, con
frases como “no quieren estudiar”, “son unos ignorantes”, etc. Aceptamos como
normal los accesos diferenciales a las escuelas y que las escuelas, lejos de
ser el lugar de los intercambios culturales, son los nuevos guetos que
discriminan por poder adquisitivo, etnias, etc.
La globalización es una concepción que acepta la
multiculturalidad y la multisubjetividad; esto es aceptar las distintas formas
de cultura, de estéticas y las distintas formas de procesar subjetivamente y
colectivamente la realidad que puedan darse dentro del aula. Estas son
disposiciones personales nuevas y distintas a la de la sociedad moderna que
consideraba una única forma de normalidad. Hay que aceptar que los estudiantes
son portadores de distintos conocimientos y tal ves no les interesen los
conocimientos que debemos impartir, de ahí la necesidad de ser creativos. Desde
esta perspectiva es necesario que el docente esté comprometido socialmente, que
no le sean ajenas las problemáticas diversas que pueden aquejar a los
estudiantes.
Vamos a encontrar entonces en la nueva escuela estudiantes y
docentes globalistas o globalizados
Deberán pasar años para que esto decante y se estabilice un
nuevo paradigma y así podamos sentirnos “cómodos” en una nueva realidad con
nuevas reglas. Así como Pizzurno las redacto en el año 1930 y la sociedad entera las aceptó como las
mejores para la época, ahora debemos dialogar y discutir, para establecer las
pautas para la escuela del 2050.
Esto es algo que todos sabemos, pero que las comunidades
educativas aún no se atreven sacar a la luz: la escuela actual ya ha cumplido
su ciclo acompañada de la mano de la etapa denominada Modernidad. Tanto el
modelo de la modernidad como la escuela que fue creada para cubrir las
necesidades de ese modelo han llegado a su fin. Aparentemente las burocracias
educativas, respetuosas de los valores tradicionales, evitan poner en discusión
abierta esta difícil realidad y ensayar alternativas, por ejemplo con
experiencias piloto en escuelas determinadas. Este silencio institucional
respecto de las problemáticas actuales contribuye aún más a la desmoralización
y al descompromiso del docente.
¿Qué es
“posmoderno”?
La respuesta a ese interrogante debe buscarse en un libro
que se ocupe del mismo, no en éste. Además habrá, posiblemente, tantas
respuestas como libros se hayan escrito respecto de la cuestión; en cualquier
caso recomendamos la compilación de Nicolás Casullo El debate modernidad posmodernidad.
Así y todo podemos decir que el término posmoderno se presta
a confusión y a veces designa justamente aquello a lo que nos oponemos: el
descompromiso, la falta de proyectos, el consumismo sin sentido, la falta de
valores, etc. Para nuestros propósitos posmodernidad y crisis de la modernidad
pueden tomarse como sinónimos.
Tal vez la pastilla anticonceptiva, los hippies, los
movimientos feministas, la recuperación de las culturas ancestrales de América,
los movimientos guerrilleros y la dinámica cultural que se fue desarrollando en
la sociedad y en cada familia, fueron las primeras expresiones que anunciaban
que el paradigma de la modernidad se había agotado.
Modernidad y
posmodernidad.
La modernidad es el proceso que comienza una vez producida
la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. La primera termina con la
creencia social que había sido Dios el que eligió a los monarcas para que
dirigieran los destinos de los demás e impone la idea del sujeto y la razón. La
Revolución Industrial termina con el modo de producción artesanal y comienza la producción a escala industrial,
facilitando la acumulación de capital industrial y generando dos clases
sociales, en términos de Carlos Marx, los burgueses o propietarios de los
medios de producción y los proletarios que eran quienes vendían su fuerza de
trabajo en las industrias
Zygmunt Bauman expresa, citando a Max Weber, que la
modernidad comenzó con la separación entre el hogar y la empresa, ya que la
producción artesanal se realizaba en los hogares. Nosotros podemos agregar que
la postmodernidad es, entre otras cosas, la separación del hogar de la educación, la cual pasó a un ámbito
propio, la escuela, y se le exige a la escuela que cumpla funciones que en la
sociedad moderna eran funciones de los padres.
Un chiste que se difundió por Facebook creo que grafica
bastante el cambio de la sociedad moderna a la actual. Estaban dibujadas dos
manifestaciones, una de padres con un cartel que dice “Queremos más horas de
clases en la escuela” y la otra manifestación de los niños con un cartel que
dice “Queremos más horas de padres en nuestras casas”
Otro rasgo a tener en cuenta es que con la modernidad
se impuso la uniformidad, la normalidad,
y el reconocimiento de una sola cultura .En esta etapa de desmoronamiento de la
modernidad es cuando aparecen en el aula
manifestaciones pluriculturales, diversidad de opiniones, lo cual puede
generar cierto caos para el docente.
Pero si el docente pretende imponer a viva voz y a los
gritos “su verdad”, estará lejos de lograr un éxito pedagógico y más cerca de
lograr una somatización.
Otro rasgo de la modernidad es la sustitución de la fe por
una única razón y un solo y único orden moral. Desde el punto de vista de la
modernidad hoy nos encontraríamos que en el aula se reflejan razones y morales
múltiples. Serían casos de inmoralidad, según el paradigma anterior, el
embarazo adolescente, las parejas entre iguales, las formas de vestir, etc.
Estamos transitando un período de incorporación de
subjetividades múltiples y de indeterminación.
La otra contradicción de los modernistas es no entender que
la historia, si la consideramos una ciencia, está sujeta a una revisión
constante, la búsqueda de nuevos elementos de juicio y nuevas pruebas. Este es
el motor fascinante de la ciencia, “la
verdad en ciencias es transitoria”, una teoría se contrasta con lo que nos
parece que es la realidad. La verdad
inmutable pertenece al dogma y la
modernidad generó una ciencia dogmática.